Siempre me ha tirado más el norte de España que el sur… no me preguntéis el motivo pero posiblemente se debe a mi escasa (por no decir nula) tolerancia al calor.
Al margen de esto, la vida siempre ha encaminado mis pasos hacía esa dirección. Tengo grandes amigos en Bilbao y en Asturias con los que he compartido grandes momentos, excursiones, comilonas (¡qué bien se come por esos lares!), borracheras (¡viva el vino y los norteños!) incluso trabajo… eso sí, todo ello regado con una gran dosis de risas y complicidad.
Últimamente parece que a cada paso que doy, cada revista o periódico que leo o canal de televisión que pillo haciendo zapping me habla de Asturias… Me encanta esa tierruca, sus gentes, sus paisajes y esa magia que parece envolverla. Es más, os confieso que no puedo ver “Doctor Mateo” sin que me de morriña…
Así que entre el lanzamiento del nuevo Windows, la aventura “quijotesca” de un cartógrafo y un burro por tierras astures y un bar de mi barrio que se ha surtido de rica sidrina es casi como si Asturias me estuviera guiñando un ojo de manera provocadora.
Llevo un par de semanas recibiendo información acerca de la posible cara oculta de las noticias y acontecimientos que nos rodean… Un amigo me pasó un enlace a un video de una monja hablando de las verdaderas intenciones de los poderosos que nos rodean al querer vacunarnos contra la gripe A… ¿forrarse con los antídotos para una enfermedad que no es tan mortal como nos la pintan? ¿Liquidar a grupos seleccionados previamente con vacunas tóxicas?...
La semana pasada, a razón de las tormentas que bloquearon las grandes ciudades, me hablaba un compañero sobre las manipulaciones del clima al antojo de los intereses de unos pocos. No suena tan descabellado si tomamos el caso de los pasados Juegos Olímpicos en los que se lanzaron cohetes químicos al cielo únicamente para evitar la lluvia.
A veces me siento un poco Mel Gibson en Conspiración (por cierto, después de ver la película salí corriendo a leer “El guardián entre el centeno” de J.D Salinger) Pero debéis reconocerme que, aunque estos ejemplos sean manipulaciones a gran escala, estamos diariamente rodeados de ellas:
- La religión, desde nuestros orígenes.
- La televisión, con sus programas de telerealidad guionados.
- La publicidad, diciendo lo que debemos comprar .
- Los libros de autoayuda, que nos pautan para ser "felices" .
- El lenguaje corporativo, que a través de los pronombres posesivos nos hace sentir que formamos parte de algo.
… y esto son sólo unos pocos ejemplos que forman parte de una larga, demasiado larga, lista.
Parafraseando a un amigo mío “siempre hay dos opciones” en este caso:
-Revelarse
-Dejarse llevar…
… Yo le digo que siempre existe una tercera: haz ver que te dejas arrastrar y lleva a cabo tus pequeños actos de rebeldía.
La música forma parte de mi vida, siempre me rodea y refleja mi estado de ánimo mejor que mis ojos, entrenados para sonreír eternamente aunque las lágrimas, la ira o la frustación pugnen por salir.
Por eso he decidido crear esta nueva sección, para que sepáis qué refleja mi alma aunque mis ojos os mientan.
Así que a través de esta ventanita a mi interior prometo solemnemente ser sincera y mostrar lo que siento cada día.
Tengo una sabor agridulce, me dormí sintiendo más que nunca toda la distancia que hoy nos separa pero mi día empezó optimista, cantando y riendo en el coche con Vero... ¿Qué me deparará este martes?
Una de mis pasiones es la cocina y, modestia a parte, se me da bastante bien. Aunque suelo elaborar platos nacionales con gran éxito, según lo que dejan en los platos mis numerosos y dispuestos catadores, estoy empezando a explorar la cocina internacional.
Una de mis preferidas es la oriental y, en uno de mis cumpleaños, mi cuñada me regaló un curso de cocina japonesa. Me lo pasé en grande los tres meses que duró el curso ya que decidí regalarme todas las tardes de los miércoles durante ese trimestre.
Terminaba mi jornada laboral a las 17h en punto y me dirigía en metro hasta la Plaza Catalunya, bajaba paseando tranquilamente por el Portal del Ángel recreándome en todos los puestecitos de artesanía. Callejeaba por el Barrio Gótico hasta desembocar en la Plaça Sant Jaume mientras las voces de los artistas callejeros ponían banda sonora a mi paseo.
Al llegar a las inmediaciones del Pati Llimona (el centro cívico dónde se impartía el curso) entraba en el pub Thales dónde pedía una Coca-Cola (¡como no!) bien fría y disfrutaba de una horita de lectura hasta el inicio del curso… ¡Cómo añoro esas tardes perfectas para mi y mis pensamientos!
En fin, a lo que iba que se me va la pinza divagando y esto no puede ser… Desde que mi hermano se emancipó, también ha descubierto el gusto por la cocina (reflexión: ¿será genético?) y hoy hemos inaugurado las comidas temáticas. Para empezar, ¡¡¡cocina japonesa!!!.
Atención al menú (en la foto):
-Tempura de verduras y pavo
-Gyoza(empanadillas japonesas)
-Yaki Soba (fideos con carne y verduras)
Nos ha quedado pendiente el Sushi para la segunda quedada en Japón, ¿os apuntáis?
Me encanta pasar tiempo rodeada de niños. En cierto modo porque, por unos instantes, la infancia vuelve a mi memoria y me hace sonreír pero también debo reconocer que es una excusa para tirarme por los suelos a jugar con la arena o subirme a los columpios como cuando llevaba dos coletas.
Mi primera experiencia con un bebé fue con mi ahijada Luna, recuerdo el momento en que la vi por primera vez como si acabara de suceder ahora mismo… esos mofletes sonrosados, con la piel casi de melocotón y esas manitas diminutas y perfectas… no podía apartar mis ojos de su carita ni un segundo. A partir de ese momento, no he podido estar más de una semana sin pasar tiempo con ella y han pasado ya casi 7 años.
Recientemente, dos de mis amigas también han sido madres y me encanta poder disfrutar de esta nueva etapa de sus vidas. La ventaja es que cuando yo tenga mis propios hijos (sí, quiero ser madre) voy a tener muchas amigas expertas que me ayudaran a quitarme la “L” de madre novata pronto. Incluso contaré con la ayuda inestimable de Luna que lleva tiempo diciendome:
-Airene, ¡yo quiero que tengas un bebé! yo te ayudaré a cuidarlo y a jugar con él pero la caca se la limpias tú, ¿vale?
A lo que no acabo de acostumbrarme es a que crezcan tan deprisa… no lo llevo nada bien, sobretodo cuando llego al parque con mi ahijada y sus compañeros se dirigen a mi con frases como:
-“Señora, ¿me puede pasar la pelota?”- Creo que a este tipo de cosas uno no se acostumbra en la vida…
Este video va dedicado a todos aquellos que ya empezamos a ostentar el flamante título de “Señor/a”, ¡Va por vosotros!
Odio viajar por trabajo, no soporto el puente aéreo lleno de ejecutivos con su pelo engominado y su traje que los convierte en seres clónicos. No sé porqué, en estas situaciones, siempre me he sentido un poco Momo y los demás, los malvados Hombres Grises de la novela, sobretodo cuando en el aeropuerto se podía fumar.
Me molesta tener que pasar miles de controles para encajar mis largas piernas en esos asientos estrechos y ni tan siquiera poder llevar una botellita de agua. Te hacen descalzarte y caminar con bolsas de plástico en los pies y aún gracias que no te meten el dedo en salva sea la parte…
Tampoco he entendido porqué a la gente le hace sentir importante subirse en un taxi y decir: “Al puente aéreo” a mi me emocionan más otros destinos pero en fin… ¡Soy Momo!
Supongo que por eso fui la única persona en alegrarse el día que la crisis nos prohibió el puente aéreo (¡algo bueno tenía que tener la señora!) y cambié el avión por el tren.
Me gusta viajar en tren porque, aunque el tiempo de trayecto se alargue, no debes estar dos horas antes en el aeropuerto ni sufrir colas de chequeo ni controles de seguridad exhaustivos y puedes entrar en el vagón hasta el tupper con el cocido!
Me relaja acodarme en la ventanilla con mi música, disfrutando del paisaje, mecida por ese suave traqueteo mientras mis pensamientos me llevan… Hoy he ido a Valencia en tren, el viaje de ida lo omitiré puesto que prácticamente lo he pasado durmiendo pero el de vuelta lo he disfrutado al máximo.
Iba entrando en Tarragona cuando el arco iris apareció de repente en el cielo como por arte de magia. Hacía muchísimos años que el cemento y la contaminación no me permitían gozar de este espectáculo así que me recliné en mi asiento mientras sonaba Nessum Dorma en mi MP3 y sonreí cuando mi mente empezó a viajar a través de sus colores.
Oscuridad, siempre he tenido miedo a la oscuridad. Tengo la odiosa sensación de haberme quedado ciega.
Quiero levantarme, llevo mucho tiempo recostada en estas sábanas de raso odiosamente cómodas. No soporto estar inmóvil, como encerrada en una cárcel siendo relativamente inocente.
¡Porqué di aquel último paso!... Odio arrepentirme de esto… Ya veis, sigo encerrada en un lugar igual de pequeño para mi espíritu rebelde, con la misma desazón con la que llegué pero con una frustración enorme que crece cada día ocupando, poco a poco, todos mis pensamientos…
No veo nada, sólo mi inmensa rabia que tampoco se discierne ya entre tanta oscuridad. No quiero aceptar mi negro sino, nunca he querido hacerlo. Una vez más vuelvo a luchar contra mi destino pero ahora es él, el que me está cogiendo por el cuello.
Hoy recuerdo la esperanza con la que di aquel paso… ¡Qué ilusa fui! Me odio por ello… ¡¿Por qué?!...
No puedo gritar, tengo demasiado algodón en la garganta. Nunca había pensado antes en un final así, siempre soñé con ser libre por fin… ¿Cómo pude esperar algo bueno en mi vida? ¿Cómo pudo entrar esa idea increíble en mi mente? Los reproches se acumulan en mi cerebro alimentando la hoguera de mi desesperación que intenta inútilmente hacer bullir mi sangre yerma… Decido levantarme.
Un nuevo golpe en mi amoratada frente me hace caer inconsciente. Cuando despierte, me acordaré de nuevo de mi increíble realidad… Cuando una se deja llevar por los pensamientos y la rabia se le va la cabeza del ataúd y se olvida de que está muerta…
Unos posts más abajo os comenté mi propósito de decir lo que pienso sin adornos ni rodeos pues aquí va una muestra:
Hoy me han dado con la realidad en la cara, esa realidad a la que por miedo o pereza no quería enfrentarme. En mi defensa alegaré que he roto alguna que otra barrera pero las grandes montañas que obstaculizan mi carretera siguen desafiándome imponentes.
Últimamente me siento como un pez nadando contra la corriente, golpeando contra las barreras auto-impuestas como un coche de choque fuera de control, como si estuviera gritando a pleno pulmón en medio de un salón lleno de gente sin que nadie me oyera, como un elefante en una cacharrería… Supongo que es consecuencia directa de romper moldes.
Es la primera vez que voy a escribirlo y no queráis saber lo que me está costando pero llevo viviendo 32 años como una persona sumisa y llena de miedos… Es cierto, aunque me queme por dentro reconocerlo.
Hasta hace aproximadamente un año he vivido según lo que se esperaba de mi. La niña responsable, la mejor estudiante, la que siempre actúa correctamente, la que tiene un gran trabajo en el que prospera, la amiga para todo… No sé si es el mejor momento para plantearme las causas que me han llevado a seguir el camino marcado pero creo que si no lo hago ahora cuando el speed del momento se me pase ya no seré capaz de soltarlo.
Cuando eres un niño con todo por aprender te conviertes en una esponja del conocimiento. Durante mi infancia y, siempre por mi bien, me inculcaron el miedo a caerme, a enfermar, a “si no sacas buenas notas nunca serás nadie”, cómete todo lo del plato, en casa de los demás no te muevas ni pidas nada… Todas estas pautas me convertían en la niña modelo a los ojos de los demás pero me acostumbré demasiado a esperar con la mirada un gesto que me hiciera actuar, que me indicara lo que debía hacer.
Al margen de los valores que me transmitían los adultos que me rodeaban también viví la crueldad de los niños de mi entorno que me generaron más inseguridad, me hicieron creer que no era suficiente y empecé a trabajar duro para suplir mis supuestas carencias con otros valores como anteponer siempre los deseos de los demás a los míos o olvidar el significado de la palabra “no”.
En mi adolescencia, un conato de rebelión pugnaba por salir pero fue silenciado por mis supuestos “grandes amigos” que no estuvieron conmigo cuando dejé de reír y ser divertida.
Tampoco gozaba de grandes libertades, nunca jugábamos en la calle, ni aprendimos a ir en bici, patinar, nadar o todo aquello que se suponía peligroso. Con esto crecimos sanos y salvos pero no como individuos.
Pero con esto, no voy a culpabilizar a nadie ya que estaría cayendo en lo que denuncio: el victimismo y la autocompasión. La culpa es por entero mía. Cuando las decisiones dependían únicamente de mi misma opté por seguir el camino que me habían marcado, sin pensar en que no me hacía feliz. No luché por mí y me dejé arrastrar por lo “se supone que debes hacer”.
Después, las relaciones sentimentales equivocadas, acentúan más tus miedos irracionales y te creen poseedor de más carencias imaginadas pero que crees a pies juntillas…. Así que te pasas la vida cayendo en espiral sin pararte a pensar que lo que está pasando no te gusta en absoluto. Sólo sientes enfado, tristeza, rabia, melancolía… Y esperas que un día alguien vea lo que eres realmente y te saque del pozo en el que estás. Ese es el error, hay que salir por uno mismo. Gritar a los cuatro vientos que ya estás harto de vivir por los demás, de realizar sus sueños y empezar a luchar por los tuyos a costa de que no entiendan tus decisiones.
Estoy abriendo los ojos desde hace un año y la luz del sol aún me daña los ojos, esa es la consecuencia de haber tragado tanto, de haberme autoconvencido de que ésta era la vida que quería llevar. Pues sabéis que os digo: NO, no quiero seguir viviendo una vida establecida por otros. Quiero MI vida.
Como os decía al principio, ya he roto con algunas cosas que me han valido las críticas y la incomprensión de algunos pero me sentí feliz por haberlo hecho lo que me convence aún más de que estoy haciendo lo correcto.
Ahora sólo falta seguir andando por mi propio camino aunque no es fácil sé que estaréis a mi lado…
Ayer por la noche era imposible dormir… estoy sufriendo una época de insomnio que no se recuerda en los anales de la historia, perdiendo a pasos agigantados mi reputación de marmota.
Ante esta conjura de los elementos contra Morfeo decidí ponerme a leer. Lo único bueno es que, en contrapartida, vuelvo a devorar libros como en la época que finiquité “Los pilares de la tierra” en tres días. Siguiendo semejante promedio, dos horas más tarde, ya había terminado mi libro así que puse mi cerebro en stand by y encendí la tele.
Entre los miles de programas de “llame y será millonario” que se han puesto de moda y los anuncios de alargador de pene por tracción de la tele tienda, encontré un reportaje acerca de, como no, la crisis y sus consecuencias.
(nota mental: buscar otra alternativa para ponerme en pause)
El documental en cuestión enseñaba, al más puro estilo Miguel Miura, a qué está dispuesto el ser humano.
Uno de los casos que más llamó mi atención era el de ciertas personas que, al no poder pagar sus facturas, ofrecían sus cuerpos para saldar las deudas con el pintor o el albañil de turno… Lo peor de todo es que éstos aceptaban el trueque y, es más, ofrecían ellos mismos la alternativa al pago.
En este momento del reportaje mi cerebro se había reiniciado y bullía en ideas pidiéndome a gritos que escribiera esta historia.
No soy quién para juzgar a nadie y no pretendo hacerlo pero entre la gente que vende su virginidad o incluso sus órganos por Internet y las personas que pagan sus deudas y alquileres con sexo se me plantea la duda de si la desesperación del ser humano ha llegado a cotas insospechadas o aún estaré leyendo mi libro de ciencia ficción.
Mis evoluciones personales, si podemos considerarlas así, se producen después de un período de tristeza inmensa. Mientras estoy sumida en la oscura pena y el insomnio hace presa de mí, de repente y sin esperarlo, siento un pellizco en mi interior que hace que me levante con energía renovada.
Ayer fue una película la que me hizo volver a quitarme la manta de la pena de encima y volver a recuperar mi sonrisa. Durante este período de hibernación, he descubierto que debo decir las cosas que pienso sin meditarlas previamente ya que si empiezo a darle vueltas, acabo por no decirlas y se me pudren dentro.
Hasta la fecha, sólo he conseguido abrir mi interior a dos personas: mi Gran Amiga Shila y a Elrohir. Son las únicas personas que me escuchan sin juzgarme nunca, los dos llegaron por casualidad y en momentos duros de mi vida, con los dos he llorado, reído y compartido momentos mágicos. Con el resto, nunca he sido capaz… no por no tenerles confianza sino porque acabo por darme cuenta que no intentan escucharme sino darme soluciones sin que se las haya pedido previamente, algo que me resulta frustrante.
Así que no sólo tengo que ampliar mi círculo de sinceridad brutal sino que debo conseguir ser más directa en mis comunicaciones… Para poneros un ejemplo ilustrativo, Shila siempre me dice que termine de contarle las cosas antes de que se haga tan vieja que la sordera le impida escucharme…
Lo achacaré a la falta de práctica, pero es cierto, le doy miles de vueltas a las palabras en mi cerebro antes de pronunciarlas y luego salen mareadas, sin la fuerza que tenían cuando fueron pensadas y así no me entiende nadie… a veces ni yo misma.
Por eso siempre he preferido escribir antes que hablar. Más bien la palabra que lo define no es escribir sino vomitar (aunque el término no quede políticamente correcto) empiezo a escribir o a teclear sin reflexionar ni en la gramática ni en la ortografía así que si detectáis errores de forma no me echéis cuentas… Para mi lo único que importa en esos momentos es el fondo y no quiero prostituirlo releyendo y retocando para evitar edulcorar las palabras con sinónimos ni camuflar su sentido entre comas.
Tras salir de la sala del cine me di cuenta de que aunque perdiera personas en el camino con la sinceridad verbal, no sería una verdadera pérdida puesto que esa relación no valdría realmente la pena. De este modo, si la cosa funciona, me rodearan solamente las personas cuyo amor, amistad, cariño…son reales. Ante esto: ¡¡¡SEAMOS SINCEROS!!!
"Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio" J.M.Serrat
Aunque la foto de por sí sea bastante contundente debo decir que no es lo que parece… (siempre he querido decir esta frase y más aquí que tiene todo el sentido del mundo)
Hace unas semanas comencé una dieta que, en mi caso, muy poco tiene que ver con la operación bikini. La verdad es que en cuanto me dieron la hoja que contenía mis pautas alimenticias una lágrima de pena pugnaba por salir…. Con lo que me gustan a mi los hidratos y aún estoy por encontrar la dieta que los incluya!
En fin, en la larga lista de alimentos prohibidos se encuentran la pasta, las patatas (ni siquiera las bravas!), el arroz (adiós al sushi), el pan (uno de mis vicios), la leche, la sandía, la piña y un largo etcétera que me provoca verdaderos esfuerzos reproducir….
Aunque curiosamente aún he podido mantener mi pasión más indomable: COCA-COLA!!! Y gracias a que han inventado la Zero puedo seguir disfrutando de lo poco que me ha dejado el amigo nutricionista… en fin, todo sea por mi salud y de paso por mi autoestima.
En fin, que llevo unos meses esforzándome y la cosa va viento en popa pero la verdad es que, entre la falta de vacaciones y el estrés laboral, me sentía bastante débil así que, bajo supervisión de mi médico compré un complejo vitamínico que consta de los dos obuses que podéis ver en la foto.
Recuerdo que cuando fui a comprarlas el farmacéutico me miró con ojos maliciosos mientras una leve sonrisa asomaba por debajo del bigote… yo me lo miré desafiante pagué y me fui muy digna. Al llegar a casa y desenroscar los botes comprendí el motivo de su risita burlona. Al principio pensé que eran supositorios pero no… en el frasco pone claramente “vía oral”
Así que nada, cada mañana me tengo que tomar las dos “pastillistas” que encajan perfectamente con el chiste de la farmacia de todo tamaño gigante. Eso sí, siempre me aseguro de tener a alguien a mi alrededor por si necesito que me practiquen la maniobra de Heimlich que con esos tamaños no las tengo todas conmigo.
Bueno pués ya veis ahora soy como Super Ratón: “no olviden vitaminarse y supermineralizarse”
Mi pasión por leer empezó en la más tierna infancia. Mi obsesión me agudizó la memoria fotográfica hasta límites insospechados convirtiéndola en uno de mis Superpoderes!!!
Mis abuelos intentaban engañarme saltándose alguna página, aburridos de leerme tanto pero mi superpoder les delataba cada vez.
En la consulta de mi pediatra, repetía de manera textual las palabras que contenía cada página de mi preciado cuento troquelado mientras el resto de madres me comparaban con sus hijos asombradas por “la niña prodigio que ya sabe leer”.
Ya era una niña avanzada a mi tiempo y de mente inquieta, incordié tanto a mi maestra que terminé todas las cartillas de lectura Palau y entonces me dejaron “El mago de Oz” ilustrado…. Me fascinó, creo que lo he leído más de mil veces.
Siempre releía la parte en la que aparecía el León puesto que me sentía identificada con el personaje. Siempre buscando un valor que tenía escondido dentro de él…
Yo me he sentido el León del cuento toda mi vida, siempre me he creído incapaz de afrontar conflictos, de decir que no, de luchar contra las cosas que me duelen. Pero la vida me llevó por el camino de baldosas amarillas hasta mi particular “Oz” que, en la vida real, no suele ser un cuento de hadas sino una pesadilla. Mi Oz se llamaba cáncer.
Allí encontré mi nuevo superpoder, el valor, y me sorprendí mucho a mi misma y a las personas de mi alrededor. Me di cuenta que soy muy valiente y tengo mucha fuerza interior, es una sensación extraña que te sube desde el estómago y te hace sentir capaz de cualquier cosa…
El problema es, que como todos los superpoderes, a veces el valor se esconde, cierra los ojos y te despoja de la fuerza que te hacía capaz de muchas cosas… Llevo algún tiempo desprovista de valor pero de repente y tan rápido como me abandonó ha vuelto a abrazarme fuertemente.
Tengo muchas ganas de retomar todas las cosas que dejé en el camino oscuro lleno de criptonita por el que estuve andando en los últimos tiempos. Y, muy despacio, estoy volviendo a convertirme en al heroína con superpoderes que fui una vez.
Vivía en un enfermizo trío con dos amigos que formaban parte de su vida de manera intermitente, Miedo y Vergüenza.
Sonó el despertador y, como siempre, lo paró a la primera. Quizás era por evitar despertarse del todo o quizás por no demorar más la llegada de la realidad que los sueños edulcoraban. Se levantó de la cama por el mismo lado de siempre y puso a propósito los pies en el suelo helado. Era pleno verano pero a su alrededor todo era frío.
Como era habitual en los últimos tiempos, la oscuridad reinaba en su casa. Si algún osado rayo de sol traspasaba las cortinas, Miedo corría raudo a taparlo echando de casa a Ilusión y Esperanza. No le gustaban en absoluto esas dos amigas que siempre acababan por anularles a él y a Vergüenza.
“No siento nada, nada me duele ni me hace reí”. Esta frase era la pura certeza de que Miedo y Vergüenza habían vuelto a instalarse en los vacíos de su alma.
Su piel blanca se tornó gris y sus grandes ojos llenos de vida se hundieron en las cuencas mientras su amplia sonrisa se convertía en mueca.
Pero, en secreto, empezó a trazar un plan para liberarse de todas las cadenas que la habían sumido nuevamente en la apatía. Todo había nacido del encuentro fortuito con un nuevo amigo. Iba de camino al trabajo, comprobando que las baldosas del suelo estaban dónde siempre con la mirada, cuando de repente tropezó con alguien...
Ese alguien no llevaba la mirada mucho más alta que la suya y apenas se susurraron un cortés “disculpe” pero, en aquel momento, levantaron los ojos lo justo para conectar las miradas y algo les pellizcó por dentro.
Se presentaron brevemente:
-Soy Inseguridad, encantada.
-Mi nombre es Resignación, señorita.
“Yo sé que es lo que quiero pero no sé si podré alcanzarlo…” afirmaba ella.
“Yo sé lo que no puedo querer” dijo él solemne, con esa voz pausada del que lleva tiempo pensando de igual modo.
Eran posturas distanciadas por años luz pero ambos no supieron o no quisieron verlo y se centraron en lo que podían hacer juntos.
A medida que ella iba echando una vez más a Miedo y Vergüenza de su vida, su meta se acercaba. Pero sus viejos amigos se instalaron en el interior de Resignación que estableció una sólida amistad con Miedo. Era el camino que él había encontrado para conseguir su propósito, evitar desear lo que no podía tener.
La paradoja es que ambos obtuvieron lo que anhelaban aunque eso significara hacer visible toda la distancia que les separaba.
Cuando esto ocurrió, Inseguridad sintió que su corazón volvió a resquebrajarse y apretó los dientes una vez más para evitar gritar. Siempre se tragaba su dolor y ahora no iba a ser distinto. Por su parte, Resignación se encerró en el ostracismo más absoluto.
Así que la historia de ambos se convirtió en la de cualquier pareja separada, manteniendo la custodia compartida de sus dos “amigos” y teniendo encuentros que a ninguno de los dos complacían. Una porque sabía que lo que quería no podría obtenerlo jamás en el otro y él porque veía aquello que no quería aunque en el fondo anhelaba. No habían soltado sus verdaderas ataduras aunque así lo creyeran.
Mi reflexión es otra, si ambos hubieran desterrado de por vida a tan poco recomendables amistades, si hubieran coincidido en su lugar con Valor y Fuerza ¿qué hubiera sucedido?
… Cómo en los cuadros abstractos, lo dejo a la libre interpretación del espectador...
La señora del paraguas
-
Una de esas mañanas lluviosas de Marzo, salía del trabajo para hacer un
recado.
Llovía, pero era de ese tipo de lluvia que aunque no es muy fuerte, es
pers...