El espejo de mi Alma

20/10/09

Rompiendo moldes I


Unos posts más abajo os comenté mi propósito de decir lo que pienso sin adornos ni rodeos pues aquí va una muestra:

Hoy me han dado con la realidad en la cara, esa realidad a la que por miedo o pereza no quería enfrentarme. En mi defensa alegaré que he roto alguna que otra barrera pero las grandes montañas que obstaculizan mi carretera siguen desafiándome imponentes.

Últimamente me siento como un pez nadando contra la corriente, golpeando contra las barreras auto-impuestas como un coche de choque fuera de control, como si estuviera gritando a pleno pulmón en medio de un salón lleno de gente sin que nadie me oyera, como un elefante en una cacharrería… Supongo que es consecuencia directa de romper moldes.

Es la primera vez que voy a escribirlo y no queráis saber lo que me está costando pero llevo viviendo 32 años como una persona sumisa y llena de miedos… Es cierto, aunque me queme por dentro reconocerlo.

Hasta hace aproximadamente un año he vivido según lo que se esperaba de mi. La niña responsable, la mejor estudiante, la que siempre actúa correctamente, la que tiene un gran trabajo en el que prospera, la amiga para todo… No sé si es el mejor momento para plantearme las causas que me han llevado a seguir el camino marcado pero creo que si no lo hago ahora cuando el speed del momento se me pase ya no seré capaz de soltarlo.

Cuando eres un niño con todo por aprender te conviertes en una esponja del conocimiento. Durante mi infancia y, siempre por mi bien, me inculcaron el miedo a caerme, a enfermar, a “si no sacas buenas notas nunca serás nadie”, cómete todo lo del plato, en casa de los demás no te muevas ni pidas nada… Todas estas pautas me convertían en la niña modelo a los ojos de los demás pero me acostumbré demasiado a esperar con la mirada un gesto que me hiciera actuar, que me indicara lo que debía hacer.

Al margen de los valores que me transmitían los adultos que me rodeaban también viví la crueldad de los niños de mi entorno que me generaron más inseguridad, me hicieron creer que no era suficiente y empecé a trabajar duro para suplir mis supuestas carencias con otros valores como anteponer siempre los deseos de los demás a los míos o olvidar el significado de la palabra “no”.

En mi adolescencia, un conato de rebelión pugnaba por salir pero fue silenciado por mis supuestos “grandes amigos” que no estuvieron conmigo cuando dejé de reír y ser divertida.

Tampoco gozaba de grandes libertades, nunca jugábamos en la calle, ni aprendimos a ir en bici, patinar, nadar o todo aquello que se suponía peligroso. Con esto crecimos sanos y salvos pero no como individuos.

Pero con esto, no voy a culpabilizar a nadie ya que estaría cayendo en lo que denuncio: el victimismo y la autocompasión. La culpa es por entero mía. Cuando las decisiones dependían únicamente de mi misma opté por seguir el camino que me habían marcado, sin pensar en que no me hacía feliz. No luché por mí y me dejé arrastrar por lo “se supone que debes hacer”.

Después, las relaciones sentimentales equivocadas, acentúan más tus miedos irracionales y te creen poseedor de más carencias imaginadas pero que crees a pies juntillas…. Así que te pasas la vida cayendo en espiral sin pararte a pensar que lo que está pasando no te gusta en absoluto. Sólo sientes enfado, tristeza, rabia, melancolía… Y esperas que un día alguien vea lo que eres realmente y te saque del pozo en el que estás. Ese es el error, hay que salir por uno mismo. Gritar a los cuatro vientos que ya estás harto de vivir por los demás, de realizar sus sueños y empezar a luchar por los tuyos a costa de que no entiendan tus decisiones.

Estoy abriendo los ojos desde hace un año y la luz del sol aún me daña los ojos, esa es la consecuencia de haber tragado tanto, de haberme autoconvencido de que ésta era la vida que quería llevar. Pues sabéis que os digo: NO, no quiero seguir viviendo una vida establecida por otros. Quiero MI vida.

Como os decía al principio, ya he roto con algunas cosas que me han valido las críticas y la incomprensión de algunos pero me sentí feliz por haberlo hecho lo que me convence aún más de que estoy haciendo lo correcto.

Ahora sólo falta seguir andando por mi propio camino aunque no es fácil sé que estaréis a mi lado…

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