Era la primera vez que sentía algo tan fuerte y no sabía cómo comportarse ante el Rey Erestor. Estaba tan nerviosa que se puso a tararear una de las canciones que la Orquesta del Gran Bosque estaba interpretando en aquel momento.
De repente, Erestor la miró perplejo y le preguntó cómo era posible que conociera esa canción tan antigua. Grinza, totalmente sonrojada, le contestó que una de sus grandes pasiones era la música y que tenía un especial don por recordar todas las canciones que escuchaba.
Sin mediar palabra el Rey Erestor le tendió la mano con una sonrisa turbadora y la llevó a la pista de baile. Grinza estaba tan nerviosa que apenas podía recordar los pasos de aquella danza, se obligaba a mirarle a los ojos pero no conseguía sostenerle la mirada más de unos segundos.
A partir de ese momento no se separaron en toda la fiesta, hablando animádamente de multitud de temas por los que parecían compartir interés. Cuando la Gran Orquesta anunció el último baile, ambos se sorprendieron de lo rápido que había pasado la noche y se emplazaron para verse nuevamente. Sin embargo, el Rey Erestor no la invitó a su castillo sino que le propuso verse en el Gran Bosque, en la cima de una colina desde la que Grinza le comentó que podían verse todas las estrellas del cielo.
En ese momento Grinza no era consciente de cuantas lágrimas amargas le deparaba aquel encuentro apasionante… Aunque una sensación de alerta le acarició la boca del estómago, la magia que la había acompañado durante toda la noche se encargó de calmarla de inmediato.
Llegó el ansiado día en que volvería a ver a Erestor y Grinza desgranaba los minutos que quedaban para reencontrarse con él sumamente nerviosa. Quería comprobar si esa nueva magia que les había envuelto toda la noche era real o sólo fue el destello de las luces de la Gran Fiesta.
El Rey Erestor llegó en su gran carruaje y juntos viajaron hacía la Colina de la Medianoche. Desde el primer momento que volvieron a estar juntos, Grinza se dio cuenta de que las mismas sensaciones se pusieron a jugar entre ambos devolviéndolos a la noche que se conocieron.
Todo fue perfecto hasta que Erestor hizo real el gran temor de Grinza con sus palabras… Él era un Gran Rey y tenía múltiples responsabilidades que atender en su mundo… y con su Reina, pero que había descubierto en ella algo que no pensaba poder encontrar a esas alturas de su vida y no quería perderlo.
Ya era demasiado tarde para Grinza, no podía dejar de anhelar volver a ver a Erestor y aunque imaginaba que el precio que debería pagar era demasiado alto, hizo caso omiso de la voz de la razón y siguió los dictados de su corazón. Quería seguir viviendo esas sensaciones que le había despertado por primera vez el Rey. Le gustaba cómo se sentía cuando estaba con él, poderosa, capaz de todo, bella, amada…
No sabía dónde la llevaría aquel camino que empezaba a andar pero no podía resistirse a querer seguirlo de la mano de Erestor.
Continuará...
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