Los días se sucedieron felices, a medida que compartían más momentos se iban dando cuenta de que no podían separarse. Para Grinza, su relación era bastante agridulce. Cuando se encontraba junto a Erestor era la mujer más feliz del mundo pero en los días que las obligaciones del Rey le llevaban lejos de su pequeño mundo la melancolía se adueñaba de Grinza…
Se había acostumbrado a vivir cerca de la Oficina de Correos esperando a que una paloma mensajera le trajera nuevas de su amado. Cada vez se la hacía más difícil vivir en su mundo para dos sin poder salir al exterior y hacer cosas tan simples como un paseo por el Gran Bosque o compartir una cena con sus grandes amigos.
Erestor se entristecía al conocer los anhelos de Grinza e intentaba sorprenderla con visitas a reinos más lejanos aunque siempre solos y lejos de ojos conocidos. De repente y sin previo aviso, una guerra sacudió el reino de Erestor y el Gran Rey centró todos sus esfuerzos en volver a recuperar la paz perdida.
Debido a esto, Grinza vió con suma tristeza como sus encuentros con Erestor se espaciaban y un gran agujero en su corazón empezó a dejar que la pena se filtrara e inundara su alma. Sin darse cuenta, todo su universo empezó a girar entorno a Erestor. Cuando recibía noticias de que su amado quería verla, dejaba cualquier cosa que estuviera haciendo y corría rauda a su encuentro.
Quizás fuera la madurez del Rey o bien que realmente sentía verdadero amor por Grinza, pero una tarde de tormenta Erestor le dijo al Hada que debía seguir su vida, que era joven y podría encontrar a alguien que le diera todo lo que él no podría darle jamás.
Estas palabras golpearon el corazón de Grinza con fuerza y toda la pena que almacenaba en su interior se desbordó en mares de lágrimas que anegaron sus ojos. Erestor sabía que hacía lo correcto pero sorprendentemente también sintió una gran tristeza no esperaba.
A partir de ese amargo momento, Grinza decidió que haría un gran esfuerzo por apartarse de Erestor. Como el Rey estaba centrado en su cruzada por devolver la paz a su reino, pudo comenzar de nuevo con su antigua vida. Se sorprendió de lo mucho que le costaba retomar sus actividades, relegadas a un segundo plano por su relación con Erestor.
Volvió a encontrar a sus viejos amigos y conoció otros nuevos y aunque tenía plena certeza de que el amor de su vida sería siempre Erestor, se dio cuenta que debía hacerle caso y encontrar su propio camino.
No había abierto aún su corazón pero una de sus compañeras le presentó un buen día a un Trobador que despertó en ella un sentimiento dormido con sus cantos de sirena. Al Trobador no le fue fácil encontrar una llave que le permitiera entrar en el corazón de Grinza pero el Hada pensó que ya que no podría tener a su amor verdadero, el corazón del Trobador era lo que le deparaba la vida. De este modo, empezaron a compartir paseos y confidencias e iniciaron su camino juntos.
Continuará...
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