El espejo de mi Alma

17/11/09

Minutos o momentos...


Entre el tema del Alakrana (que se merece post propio), la vacuna de la gripe A y mi vuelta al cole, últimamente mis ánimos andan un poco sublevados… Así que para relajarme, y con la voluntad de seguir con el espíritu tranquilo que volvió del jacuzzi, decidí revisionar alguna de las películas de mi videoteca particular.


La elegida fue “El curioso caso de Benjamín Button”. Esta película me marcó mucho, supongo que llegó en un momento crucial de mi vida. Me encanta ver aquellas películas que se suponen grandes estrenos a partir de la segunda semana de proyección. Escucho las diferentes opiniones de los que ya la han visto, y compro mi entrada sin ninguna expectativa. Reconozco que la mayoría de voces que había oído al respecto de ésta, no eran muy alentadoras pero como soy bastante cabezota, no me quedé sin verla.


Mis gustos artísticos son muy variados. Me considero una persona ecléctica y anárquica que disfruta de ver todo tipo de cine, escucha estilos opuestos de música o lee libros de géneros antagónicos. Sin embargo, la mayoría de las personas se adscriben a un determinado género y no dan una oportunidad al resto.


Esta película es un claro ejemplo del párrafo anterior. Hoy en día la gran mayoría de personas que acude a una sala de cine, espera ver grandes superproducciones plagadas de efectos especiales dónde la coherencia del guión apenas tiene importancia. Toda película que no se ajuste a este canon mágico del taquillazo, se convierte directamente en un bodrio. No estamos acostumbrados a ver películas que simplemente narran una historia sin más pretensiones. A todos aquellos que disfrutéis de este tipo de películas os recomiendo “El curioso caso de Benjamín Button”.


Entre las muchas perlas que nos regala la película, está una frase que me removió por dentro y consolidó mi nuevo modo de ver las cosas: “La vida no se mide en minutos, se mide en momentos”


Hace unos años, decidí que mi vida debía estar sembrada de momentos especiales, ya sean compartidos con tu gente o en solitario. Así que creo que, esta frase, tiene toda la razón del mundo. Desde entonces, procuro que mi “barra de vida” crezca alimentándola a base de esos “momentos”.


Por eso, no esperéis que os regale objetos materiales comprados en una tienda dónde se amontonan miles de réplicas. Prefiero trabajar los regalos, personalizarlos y disfrutar tanto del placer de prepararlos cómo del de regalarlos, ofrecer experiencias compartidas: conciertos, obras de teatro, excursiones...


Mi último “momento-regalo” ha sido con mi hermano. Para su cumpleaños decidí compartir un día: una buena comida, un paseo conversando tranquilamente y un partido de baloncesto a ras de pista… aquí os dejo alguna foto y una conclusión: probadlo, os llenará de vida.



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