El espejo de mi Alma

8/11/09

Resurrección II

Una vez más mi decisión parecía clara, siempre luchar y siempre adelante. Costoso camino, pero ya estaba harta de dejarme engañar por los caminos sencillos que terminaban por volverse angostos.


A la mañana siguiente me propuse adentrarme en un lugar dónde mi mente se abría a la misma velocidad que los poros de mi piel, un Spa. Me encantan estos lugares dónde el silencio sólo es roto por el agua burbujeante y un cautivador aroma a esencias envuelve tu piel.


Al ser temporada baja estaba prácticamente sola en el inmenso mar de jacuzzis, baños turcos y saunas. No tardé en encontrar un lugar ideal dónde poder reflexionar tranquilamente. Mi cuerpo se sentía pletórico y agradecido mientras me obligaba a centrarme en mi mente y dejarle disfrutar de ese gran placer que representaban miles de burbujas masajeándolo.


Me recline en el asiento del inmenso jacuzzi para mi solita y dejé que mi mente me llevara. No puse barreras a todas aquellas verdades que mi cerebro me había estado gritando pero que mi corazón bloqueaba insistentemente. Dejé que fluyeran sin contención y sentí el dolor que producían al clavarse en mi alma, pero tenían razón… debía escucharlas tarde o temprano y decidí que fuera lo antes posible.

En las otras ocasiones en las que me había enfrentado a esta encrucijada, mi postura había sido aletargarme y con ello entrar en una espiral de autodestrucción sin sentido. Pero esta vez no iba a permitirlo y asumiría los daños necesarios para resurgir con energía renovada.


Tomé decisiones y marqué mentalmente el camino por el que debería andar a partir de esos momentos y me hice el firme propósito de seguir, aunque me costara un mundo hacerlo. Debía luchar por y para mi con el fin de no traicionar mi primer propósito, uno que nunca antes había formulado pero que era vital para conseguir el resto con éxito: “Yo debo ser mi prioridad”


Os parecerá algo sencillo, pero quienes me conocen bien saben que siempre antepongo a los demás en detrimento de mi misma. Así que se acabó, a partir de ahora me pondré primero, con esto espero ahorrarme parte de la amargura y la tristeza que me produce no escucharme ni seguir mi voluntad.


Enfrascada en mis pensamientos, perdí la noción del tiempo como si mi alma hubiera abandonado mi cuerpo en un viaje astral, y de repente me di cuenta que la mañana estaba terminando sin haber disfrutado de todas las posibilidades que me ofrecía mi particular templo de meditación.


Pasé el resto del tiempo como una niña el día de Navidad, pasando de sala en sala entre incienso, vapor, calor, frío y burbujas… una experiencia catártica que decidí que iba a repetirse al día siguiente pero esta vez incluyendo masaje.


No sé si por el agotamiento de la reflexión profunda, por mi insomnio acumulado o por el relax del Spa, caí rendida ante los encantos de Morfeo, tan profundamente que ni los sueños encontraron la puerta de entrada a mi mente exhausta.


(No se pierdan el próximo capítulo… Estrella invitada: El fantasma de las Navidades Futuras)

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